La
esperé como la tierra espera al sol y la lluvia. La vida se me iba sin haber
rozado sus labios. Sin haber tocado su piel morena. El mundo era su
sonrisa y sus mensajes a las 2 AM. Vivir eran sus abrazos alargados y sus manos
tibias. La vida pasó esperando ése 'Sí' que nunca llegó.
Me
ardían las tripas y el corazón al pensar en él haciéndole el amor. Él al que no
quería. Él al que nunca quiso dejar por mí. Ella, la de los ojos almendrados.
La que huele a ganas. Ella, toda morena y piel. La que me rechazó tantos besos.
Ella, quien me hizo amarla. No se puede seguir arrastrando para siempre la
esperanza entre el desapego y la vanidad de sus necesidades. Los cuentos
terminan y requieren solo 3 letras.
Se
lo dije de tantas formas. A veces directo o en canciones o en poemas. Siempre
fue Ella. Siempre ha sido Ella. Siempre (temo) que será Ella. Ella y su cariño
malo y de a gotas. Ella y esa sonrisa radiante que hizo metástasis en mí. Ella sabe. Sabe y
no sabe que hacer con eso.
Soy
su espacio de conciencia me dice y Yo... Yo solo quiero ser la carne que la
invade y conquista. El beso guerrillero que roba su aire y lo reparte al Pueblo
de mis emociones. Quiero ser la mano que gobierna su cintura. El escalofrío de
sus oídos. Los dedos que desgastan sus pechos y acaparan sus muslos. Quiero ser
las dos palabras que se prohibió pronunciar. Porque nadie le hace el amor a su
conciencia. Y eso dice que soy: la profunda luz de su esperanza cubierta por
los miedos.
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